De vez en cuando me visitan...

martes, 31 de agosto de 2010

Sigo con mi laúd

Hace poco que pasé de la mitad. De las diez partes de las que se compone el laúd, ya tengo hechas siete, así que progresar, progreso, lo que no sé es si adecuadamente.
El trabajo iba más o menos bien, hasta que se me ocurrió comenzar a unir las piezas para ver como quedaban... y de pronto todo ha empezado a ponerse cuesta arriba.
Hay uniones imposibles, coso y descoso mil veces y aún así no lo consigo. Hay puntos en los que confluyen cuarenta mil esquinas que se empeñan en no casar. El revés de la la parte de las piezas pequeñitas es un auténtico amasijo de costuras. De eso no he hecho foto para no deprimirme del todo. :-)
Empiezo a pensar que he sido muy osada por atreverme con semejante trabajo con mi poca experiencia.
Lo miro y lo remiro y mis ojos siempre se detienen en los mismos puntos malditos. (No sé si con el acolchado cuando llegue el momento se disimularán un poco los defectillos). Por cierto... ¿y esto cómo se acolcha? ¿alguna idea?

Mis hijos me dicen que está quedando muy bonito. Incluso hemos elegido el lugar donde lo pondremos... pero, no son objetivos. Nunca lo son. :-)

ufffff... si está costando, esto está siendo casi casi un parto. :-))))

Creo que necesito una ducha y unas cuantas dosis de ánimo. 
Pero que no me rindo ¿eh,chicas?  Sólo que necesiba comentarlo con vosotras.
¿Veís? Ya estoy mucho mejor. :-))))

No va a quedar tan perfecto como a mí me hubiera gustado, pero bueno... a lo mejor dentro de quince años si sigo enganchanda al patch...

lunes, 30 de agosto de 2010

Don Evelio y su bombín

Don Evelio usa bombín, gemelos de oro y bastón con empuñadura de plata. Lleva siempre traje oscuro, pantalón con la raya bien marcada y camisa de cuello almidonado. Del bolsillo del chaleco, le cuelga la cadena de un reloj que fue de un tío abuelo, diputado de la CEDA por la provincia de Cáceres en tiempos de la república. Saluda con una leve inclinación de cabeza si se cruza con algún conocido en el paseo. De porte distinguido, mirada altiva y paso firme, calza impecables zapatos italianos y acude cada día a tomar el vermú a Casa Paco, en los soportales de la plaza mayor, un local inaugurado a principios del siglo pasado por el bisabuelo del actual propietario, y que mantiene la solera y el casticismo de cuando fue fundado.

Presidente de un par de consejos de dirección, vive de las rentas de una finca en Extremadura que heredó de la familia de su madre. Soltero acérrimo, tuvo amores en su juventud con la prima Cecilia, y se hubiera casado con ella, si esta no le hubiera dejado plantado casi a las puertas del altar, con la dispensa papal bajo el brazo, para fugarse una noche de luna llena con Julián, un muchacho moreno, de pelo ensortijado y buena planta, hijo mayor de uno de los aparceros de la finca familiar. Su madre, que en paz descanse, no perdonó nunca el desaire de la prima Cecilia y durante un tiempo dejó de hablar a la tía Catalina, madre de aquella novia traidora, que a su vez lloraba desconsolada la desgracia de una hija descarriada.

Don Evelio, en el fondo de su ser, respiró tranquilo cuando se rompió el compromiso con su prima de la que realmente nunca estuvo enamorado. De no haber sido por su madre, a quien nunca osó contradecir, que fue la que preparó aquel noviazgo con aquella prima casi adolescente de dorados cabellos y mirada angelical, que le iba a proporcionar unos nietos preciosos para alegrarla en su vejez, y que un lejano día heredarían la hacienda de las dos familias; él nunca se habría fijado en aquella mujer, tan blanquita y escurrida.

Cofundador junto a su gran amigo Crescencio del Burgo de “La asociación para la conservación de la justa moral y las buenas costumbres”, no perdona la partida de dominó de las seis en el casino.

Acude a misa de doce los domingos en la Catedral, reparte limosna a la salida y excepto un año que tuvo hepatitis, nunca se salta el precepto de comulgar por Pascua de Resurrección.

Cuando Rosita, su criada de toda la vida, murió de una neumonía, Don Evelio, que nunca se había planteado que una cosa como aquella pudiera sucederle a él, pasó varios días con la casa patas arriba, totalmente desvalido. No pensaba perdonar nunca a Rosita que se hubiera muerto así, tan de repente, dejándole huérfano de criada y sin saber hacerse ni un huevo frito.

En un primer momento se mostró reacio a contratar extranjeros, pero en la agencia a la que acudió, le dijeron que para el servicio doméstico, eran los únicos disponibles. Ninguno de los miembros de la asociación de buenas costumbres a la que pertenecía pudo ayudarle. Las cosas habían cambiado mucho en los últimos años y casi todos sus conocidos andaban aquejados del mismo mal. Encontrar un servicio decente, sin grandes pretensiones económicas y que cocinara como Dios manda se había convertido en una empresa difícil por no decir imposible. Vaya faena que le había hecho Rosita con eso de morirse.

Al final, y muy a su pesar, no le quedó más remedio que contratar a Alexandru Florescu, un ingeniero rumano, alto como un gigante y de enormes ojos azules, que llevaba tres años viviendo en España sin papeles, y que desde que llegó había trabajado de albañil, jardinero, chofer, mecánico, fontanero y en los últimos tiempos de camarero los fines de semana en una taberna del barrio viejo. Se lo recomendó su amiga Goyita, marquesa de Castobody, que tenía de interna en su casa a una hermana de Alexandru y que decía que el muchacho era de total confianza y muy habilidoso en casi todos los oficios. Sobre el tema de la comida, ya se había hecho a la idea de que tendría que acostumbrarse a los nuevos platos y sabores de la para él, desconocida cocina rumana.

Después de aquellos castos amores de juventud con la prima Cecilia, Don Evelio jamás se había sentido atraído por dama alguna, para desgracia y pena de su madre, a quien Dios tenga en su gloria, que había terminado sus días sin la satisfacción de verse rodeada de nietos, al contrario que la tía Catalina, a la que la prima Cecilia le había dado cuatro varones y tres hembras.

Cuando Don Evelio vio por primera vez a Alexandru, un calambre como no había sentido antes, se instaló en su estómago y se sonrojó como un pipiolo cuando el criado le estrechó la mano.

Al principio perdió peso, dejó de acudir a la partida de dominó y se olvidó de la misa dominical. Luego comenzó a comprar cremas hidratantes, crece pelos milagrosos que aplacaran su más que incipiente calvicie y hasta pensó en apuntarse a un gimnasio cercano a su casa.

Tres meses después de que el rumano traspasara el umbral para hacerse cargo de su casa, se confesó a sí mismo que sin poder evitarlo, Alexandru se había convertido en el protagonista de sus pensamientos, de sus desvelos y de sus obsesiones. Otros tres meses más, tardó en convencerse de que se había enamorado sin remedio, y cuando por fin lo tuvo claro, una tarde se armó de valor y temblando de emoción, como un adolescente ante su primer amor, le confesó a Alexandru que era el hombre de su vida.

No le importó el escándalo, ni que le nombraran persona non grata en el casino de la ciudad, ni siquiera que le expulsaran de “La asociación para la conservación de la justa moral y las buenas costumbres” que él mismo ayudó a fundar, ni tampoco que su amigo Crescencio del Burgo no respondiera nunca más a sus llamadas.

A punto de cumplir los sesenta y perdidamente enamorado, Don Evelio ha decidido poner fin a sus años de soltería. De su entorno, tan sólo la marquesa de Castobody ha entendido su amor por Alexandru y ha aceptado ser testigo en su boda.

Don Evelio no ha abandonado su inseparable bastón con empuñadura de plata, pero ya nunca lleva bombín, ni gemelos de oro ni cuellos almidonados.

De porte distinguido, mirada altiva y paso firme, saluda con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa si se cruza con algún conocido en el paseo. A su lado, Alexandru luce un reloj con cadena de oro. Una joya de familia, que su novio, Evelio, le regaló el día del compromiso.

Dori
Febrero 2008


viernes, 27 de agosto de 2010

Nuevas fundas de bloc

Estas son las fundas del bloc que me han llegado durante este mes de agosto.
Chulas ¿verdad?
:-)))

He creado también una página donde he puesto las fotos de todas las fundas que me habéis mandado.


Espero no haberme dejado ninguna. Si alguna me ha mandado fotos de su funda terminada y ve que la suya no aparece por ningún sitio, mil perdones, y por favor que me vuelva a mandar las fotos. Las que no tenéis puesto el enlace a vuestro blog y queréis que lo ponga, por favor mandadme un correo con vuestra dirección de blog para que pueda enlazarlo.

Angélica


 Alejandra



                                                          Rosa

 Yo también

                                                                                Mila



jueves, 26 de agosto de 2010

Nuevo SAL. Neceser Tilda

Yo no pensaba, pero es que acabo de entrar a mirar el blog y ¿qué me encuentro? ¡Una propuesta de SAL para hacer este precioso neceser de tilda! Y claro, imposible resistirse ¿no?


Lo organiza María Quilter. En su blog está toda la información para apuntarse. Nos podemos apuntar hasta el día 7 de septiembre y el SAL comienza el 14. Yo ya me he apuntado. ¿Te animas?  :-)))))

miércoles, 25 de agosto de 2010

Trabajando en mi Laúd

Tenía ganas de ponerme con él, pero no encontraba el momento adecuado. Espero que en lo que queda de agosto pueda darle un buen repasito a mi Laúd de Pitágoras. Ya casi tengo la mitad del medallón.

Se trabaja con la técnica del paper foundation o paper piecing . La cuestión es organizar los colores, fijarse bien y tratar de no perder la concentración para no equivocarse.

y luego ir juntado piezas


Para la gente interesada en los patrones del Pythagoras´Lute, se encuentran en la revista, Quils with style, de septiembre/octubre de 2006. La revista cuesta 6$, más los gastos de envío.



Así que chicas, me dejo ya de tartitas ¿no?, y me pongo a coser en serio a ver si en unos días os puedo enseñar nuevos progresos de este trabajo que me tiene tan fascinada.
:-)))

martes, 24 de agosto de 2010

Tarta de Sacher. (Receta)



Esta tarta sale buenísima. Nunca falla. Si os animáis a hacerla veréis que el éxito está garantizado. Y si la dejáis de un día para otro... uffff, insuperable. Es un poquito más elaborada que la de coco, pero sin duda vale la pena.
La hice ayer porque era el cumple de mi marido y aproveché para hacer algunas fotitos pensando en subir la receta al blog y explicaros como la hago.  Espero que os guste. Ya me diréis que os parece. :-)))))))

Allá vamos... 

Ingredientes:

Para el bizcocho

-150 gr de chocolate negro
-120 gr de harina
-150 gr de azúcar
-100 gr de mantequilla
-4 huevos
-1 cucharadita de levadura en polvo


Para el relleno
-Mermelada
(Yo la suelo usar de fresa o de naranja, que para combinarlas con el chocolate son las que más me gustan)

Para el almíbar
-100 gr. de azúcar
-1 vaso de agua
-1 chorrito de ron



Para la cobertura
-150 gr. de chocolate fondant
-150 gr. de nata para montar
-75 gr. de mantequilla
-fideos de chocolate


Preparación
Lo primero que haremos será derretir el chocolate y la mantequilla del bizcocho, y lo dejamos templar.



 En un recipiente hondo, batimos las cuatro yemas con la mitad del azúcar


Añadimos la mezcla de chocolate y mantequilla que habíamos reservado, y mezclamos bien


 Añadimos la harina junto con la levadura y la tamizamos para que coja más aire.

Y lo mezclamos bien




 Montamos las claras a punto de nieve con el azúcar restante. Y las incorporamos a la mezcla anterior


Untamos un molde con mantequilla y harina.


Vertemos la masa, y lo metemos en el horno precalentado, en el mío con aire a 180º lo tengo unos 25'


Mientras el bizcocho se cuece, preparamos el almíbar; para hacerlo, se calienta el agua y el azúcar en un recipiente durante unos minutos y se le añade un chorrito de ron


Sacamos el bizcocho del horno cuando esté cocido, lo desmoldamos cuando se enfríe,
(aunque yo la mitad de las veces, bueno, casi nunca consigo esperar a que se enfríe...)
y con cuidado lo partimos por la mitad


Una vez abierto el bizcocho lo empapamos bien con el almíbar


Batimos la mermelada


Y untamos con ella una de las dos partes del bizcocho


Con mucho cuidado, lo cubrimos con la otra parte

 Y comenzamos a preparar la cobertura.
 Para ello calentamos la nata hasta que empiece a hervir

Entonces la retiramos del fuego y añadimos el chocolate cortado en trocitos y la mantequilla, removiendo hasta que se deshagan todos los ingrediente.



 Cubrimos la tarta con esta mezcla...

...ponemos unos fideos de chocolate por encima y la metemos en el frigorífico para que se endurezca el chocolate.


Os aseguro que está deliciosa y que casi sin darte cuenta...
 :-))))





Related Posts with Thumbnails